EL QUE PERSEVERA ALCANZA
Dice
un dicho popular muy conocido que “El que persevera alcanza”. Muchos de
nosotros lo hemos escuchado en diversas oportunidades, ya sea de
nuestros padres, maestros, amigos, maestros, etc. Tal vez lo hemos
aplicado cuando hablamos de nuestros estudios, trabajo, familia y metas
personales.
persistir, insistir, mantenerse, no
volver la cara atrás, llevar adelante. Insistir indica acción reiterada;
se insiste una y otra vez en una acción o propósito. «Continuar con constancia lo que se ha empezado: perseverar en el empeño.
La
perseverancia es una de las virtudes más importantes del ser humano.
Nos hace fuertes, nos ayuda a vencer obstáculos, nos facilita el logro
de metas.
Por eso la perseverancia es tan predicada, tan valorada y tan deseada como valor personal o profesional.
Lo cierto es que el tema más importante lo hemos dejado de lado o simplemente lo hemos olvidado por completo: nuestra fe.
Nosotros
aprendimos alguna vez que cuando uno se entrega a Cristo se entrega de
una vez y para siempre. Mucho predicamos con los labios que el
compromiso no era sólo por un tiempo definido. No era un contrato por
dos, cinco, diez o veinte años. Era un compromiso vitalicio.
“. . . Jesús le contestó: el que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. (Lc. 9,62)
De
tal manera que nuestro pacto con el amor, la responsabilidad, la
oración, la misericordia, la libertad, el respeto; la preservación y
respeto de los sacramentos como el bautismo, la confirmación, la
reconciliación, la eucaristía y el matrimonio; nuestro compromiso con la
vida que incluye el rechazo al aborto y a los métodos anticonceptivos
artificiales; nuestra obligación de llevar el Evangelio a todos los que
nos rodean con nuestro testimonio de vida, sigue vigente hasta hoy,
hasta este preciso momento.
No
se vale que ahora nos hagamos los desentendidos y sólo porque es
cuestión de moda, aceptemos ya no solo con resignación sino hasta con
agrado los bombardeos publicitarios que promueven el sexo irresponsable,
los vicios y la conducta desenfrenada. No se vale que ahora seamos
nosotros mismos quienes demos cabida al uso indiscriminado de métodos
anticonceptivos que van en contra de la naturaleza humana. No es justo
que ahora defendamos y justifiquemos los pequeños fraudes, robos,
injusticias, abusos que se comenten en nuestro entorno, sumándonos al
criterio común que dice: “bueno, estas cosas son pequeñas, hay otros
asuntos mucho más grandes y graves”.
Es
necesario que el día de hoy luchemos por ser perseverantes en la fe,
pero también en los compromisos que hemos adquirido con ella. Recordemos
nuestro compromiso y renovémoslo. Perseveremos en la lucha que una vez
iniciamos y que practicamos y maduramos durante mucho tiempo.
Perseveremos sobre todo en el amor.
“Por
lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las
tradiciones que les enseñamos de palabra o por carta. Que los anime el
propio Cristo Jesús, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha
llamado dándonos en su misericordia un consuelo eterno y una esperanza
feliz. Él les dará el consuelo interior y los hará progresar en todo
bien de palabra o de obra”.
(2Tes 2,13)
“¿No
han aprendido nada en el estadio? Muchos corren, pero uno solo gana el
premio. Corran pues, de tal modo que lo consigan. En cualquier
competición los atletas se someten a una preparación muy rigurosa y todo
para lograr una corona que se marchita, mientras que la nuestra no se
marchita. Así que no quiero correr sin preparación, ni boxear dando
golpes al aire. Castigo mi cuerpo y lo tengo bajo control [persevero] ,
no sea que después de predicar a otros, yo me vea eliminado”.